Últimamente me estoy dando cuenta de algo que me preocupa profundamente.

Cuando empecé a escribir este blog la cosa tenía gracia porque me ponía a explicar todo lo que me pasaba sabiendo que, salvo 3 o 4 de vosotros, nadie me conocía. Así podía contar lo absurdo que me resultaba ir un día a cortarme el pelo, lo maravilloso que era ir a comprar muebles al IKEA o esas noches fashion-glamourosas con Pol, el Mercedes y la dama influyente de la sociedad catalana.

Pero ahora hay más conocidos que desconocidos leyendo esto. Y el problema viene cuando quiero contar cosas que no quiero que algunos conocidos conozcan.

Por eso últimamente mis posts parecen un discurso de agradecimiento de Isabel Coixet, son así como un "Mmmppppppffffffffff Aaaaaaaarrggggh Ooooiiishhhh"

Como que todo el mundo sabe lo que digo pero no puedo decirlo... Y eso, la verdad, es que no es divertido.

Lo gracioso de este blog era que yo me conectaba por la noche y ponía un mensaje explicando que había ido al centro y me había puesto como una moto jugando al "Aeste-Aese", que me lo había pasado bomba viendo pelis porno o lo bien que se estaba sin trabajar... cagándome en familiares, amigos y conocidos con la tranquilidad de saber que nunca iban a leer esto.

Pero ahora no puedo. No puedo cagarme en todo el que me gustaría cagarme porque seguro que me lee y entonces me supone un problema en mi vida diaria. Y digo yo ¿qué gracia tiene tener un blog si lo más divertido, interesante, conflictivo y atractivo de tu vida no tiene cabida en él?

Cuidado, que no estoy pensando en cerrarlo ni nada por el estilo. Ya llevo más de dos años dale que te pego y no pienso parar. Sé que hay mucha gente enganchada a mis historias y mis desvaríos, poco amigos de dejar comentarios (he de reconocer que me muero de envidia cuando voy al blog de la Pauli y me encuentro con que cada post suyo tiene 20 o 25 comentarios), pero son fieles y me van siguiendo.

Una vez KP me echó la bronca padre porque yo me quejaba de que la gente me tomaba a cachondeo y ella decía que era normal, si al contarle todo lo que me pasaba a todo el mundo (y no se refería al blog) acababa restándole importancia. Pero luego Kun me dijo algo que tenía mucho sentido: yo soy de esos que si no cuentan lo que les pasa ¡es como si no nos hubiera pasado!

Me entra algo de morriña al recordar esa época en la que mi única preocupación era saber a qué hora me iba a dormir y a qué hora me iba a levantar. Que no fuera ni muy tarde ni muy temprano.
Cuando me tiraba horas viendo capítulos de Queer as Folk en el PC. Cuando salir a cenar y al cine era todo un acontecimiento social.

Mi vida ha dado tantas vueltas... Y en los dos años y pico que llevo con esto aún no he conseguido encontrar lo que sea que me hace falta. Sigo sintiéndome igual que antes, aunque ahora con más stress.
Llevo dos semanas que, menos diva, soy de todo. Me estoy volviendo un tío del montón. ¡Y me da una rabia!

Con un estilazo brutal, sí, pero del montón.

El caso es que me siento estancadísima de la muerte. Como el Titanic: ahí quieto en medio jodido porque te hundes y no puedes hacer nada para evitarlo. Pero peor: porque he tocado fondo y ya no me hundo, me quedo ahí así medio empinao sin ir ni venir.
Qué metáfora más bonita, por el amor de Dior. Si es que soy un artista.

Creí que llevar una vida normal me iba a hacer bien. Ser divina, ser total... pero ser una más, de esas que hacen cosas normales como ir al Starbucks a tomar un frapuccino, pasar una tarde de compras con las amigas o saliendo los fines de semana.

Pero nada. Que no lo consigo. Me faltan cosas. Y no son cosas materiales, no es que me falte un plasma de 50 pulgadas FullHD o un iMac de 20 pulgadas. Aunque si alguien se ofrece a regalármelos no le voy a decir que no.
No es que me falte un dúplex en Diagonal Mar. Aunque vamos, sería la puta hostia tener uno de esos.

Las cosas que me faltan no se pueden comprar. Se puede luchar por ellas, pero no se pueden comprar. Y lo jodido es que yo ya he luchado por ellas. Me he dejado la piel (y después de la insolación del otro día puedo decir: LITERALMENTE) por ellas. Pero no me compensan. Algo debo estar haciendo mal. Es como si constantemente hubiera una fuerza sobrenatural juzgándome y castigándome a pesar de currármelo. Yo soy como soy y si no puedo dar más no puedo dar más, pero es que bastante doy ya.

Y no puedo quitarme de encima la idea (que es la que me ronda desde que empezó este blog) de que yo merezco mucho más.

La cuestión es... merecerlo ¿te hace digno de ello? Últimamente me he llenado mucho la boca diciendo eso de "la vida es lo que tú quieres que sea" o "échale un par de huevos y conseguirás lo que te propongas". Pero cuando lo tienes que poner en práctica la cosa no es tan fácil, puta!!

Seguro que el Sr. Miyaghi después de dejar al Karate Kid (y no va con segundas) dando cera y puliendo cera se volvía a casa y se iba a dormir llorando pensando que era un viejo solitario cuyo único objetivo en la vida era ser el puto secundario de la vida de un puto crío.

¿Y yo qué soy? ¿Secundario? ¿Protagonista?

Todo esto seguramente me viene a la cabeza porque ayer (y hoy) me tragué The Holiday en HD-DVD y os juro por Louis Vuitton y su copa de vela (¿¿??) que jamás me he sentido tan identificado con un personaje hasta que vi a la Iris de Kate Winslet. Pero claro, ella lo tiene más fácil la japuta: se va a vivir a una mega-mansión de L.A. y enamora a un compositor de bso's.

Pero más allá de eso... cada vez estoy más convencido de que la vida funciona a base de hostias. Que si quieres algo no es que tengas que ir a por ello: es que tienes que pegarle un buen meneo a todo seguir meneando hasta que las cosas caigan donde puedas cogerlas. Vamos, un cambio radical (pero sin operarte ni nada). O bueno, operándote, que a algunas no les va nada mal.

En definitiva, no tengo ni puta idea de lo que quiero decir con este post. Simplemente necesito desahogarme.

Es como ayer a la hora de comer, que salí tan rayadísimo del trabajo (y encima no encontré con quien hablar... esto va por ti sí...) que en vez de irme a comer -y me moría de hambre- acabé comprando ropa y unas bambas chulísimas:



Luego por la noche me moría de hambre, pero valió la pena.

En fin, que me voy a poner el Si me cambias los recuerdos de Marta Sánchez vs. Alaska y a quemar algo de incienso de vainilla mientras miro la vida pasar.

Un domingo por la tarde es mal día para ponerte a redecorar tu vida. Empezaré mañana... espero.

Miénteme... o engáñame... porque mi vida sólo cambia si me cambias los recuerdos. Y ahora lárgate... despídete... porque mis sueños te han borrado y tú no sientes lo que siento. Y piérdete... olvídame... es que mis ojos no te miran porque yo no miro al sulo. Esfúmate... tu nombre se borró

Qué súper puta es esta canción. Y que conste en ACTA que no se la estoy cantando a nadie ¿eh? Que os veo venir.

Tk niño.

Esta chorrada fue publicada el domingo, 29 de abril de 2007 at 21:04. Puedes dejar un comentario. Pero no seas puta y fírmalo.