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El Crepúsculo de los Dioses

Hidroboy's Greatest Hits

Desde que el viernes pasado me pusieron la línea ADSL me he bajado ya hasta los pantalones.

Una de las cosas que más ilusión me ha hecho conseguir vía Torrent es un Estudio 1, que el 1 debe ser el año en que se hizo..., de la obra Cuatro Corazones con Freno y Marcha Atrás de Enrique Jardiel Poncela. Por que hace unos años yo hice esa obra en el instituto. Fue la última vez que pisé un escenario... luego me retiré.

Aunque no os lo creáis, queridas amigas, aquí donde me véis yo fui una gran artista.

Mi carrera empezó en el colegio, haciendo una obra para el día de Sant Jordi. Era una gilipollez, una chorrada sin sentido que sólo servía para que los demás se rieran de nuestra clase. Yo, cómo no, era Sant Jordi; y he de decir que fui un GRAN Sant Jordi. ¡Maté al dragón!

Más tarde, en séptimo de EGB, los alumnos de octavo organizaron una función para recaudar dinero y pagarse el viaje de fin de curso. Algún día os hablaré de las tácticas para pagarse un viaje de fin de curso. El caso es que yo me apunté por que ya en mis tempranos años sabía que algún día sería toda una artista.
La directora de la obra, una profesora que ahora que lo pienso no tengo ni puta idea de qué hacía en ese colegio por que no daba ninguna clase, me desaprovechó totalmente y me puso a hacer de extra sin frase invidente ciego.
Ahora miro atrás y me doy cuenta de que fue una gran decisión. La obra, cuyo nombre no recuerdo, era una mierda que jamás he logrado entender (algo sobre un super-héroe o no sé qué).

Pasaron los años y en el instituto, gracias a la educación moderna, se organizó una cosa que se llamaban EATP's y que a día de hoy aún no tengo ni puta idea de qué coño significaba. El caso es que uno de ellos era teatro... y mi sangre de artista me llevó a apuntarme sin ninguna duda.
Los primeros meses del curso nos dedicamos a hacer el imbécil rollo-taller-de-teatro: caminando descalzos, moviéndonos, haciendo improvisaciones, poniendo caras, contando nuestros recuerdos más vergonzosos (algún día también os contaré cuál -de mis muchos recuerdos vergonzosos- expuse... y NO, no fue el de BATMAN).
Llegaron las navidades y la profesora nos anunció que íbamos a representar un gran clásico navideño en frente de todos los alumnos pequeños de nuestro colegio:

ELS PASTORETS

Para los que no seáis catalanes, como si os pongo que la obra se llamaba UNA CACA PINXADA EN UN PAL. Es una de esas alegorías erótico festivas sobre la navidad y un grupo de pastores de Belén (que curiosamente hablan en catalán) asisten a la llegada del niño Jesús haciendo el primo. A mí me tocó hacer del pastoret que ve la estrella: "HEU VIST... no sé qué BRILLANT?" Yo entraba corriendo en escena, y tenía que saltar al escenario las dos veces que la representábamos. Estuve a punto de dejarme los dientes allí, lo cual habría hecho que en vez de Els Pastorets aquello fuera Salvar al Soldado Ryan.
Uno de los chicos que me gustaban por aquél entonces hizo de Dimoni. Iba vestido de rojo y le pusieron una cola y unos pinchos y salió al escenario gritando: "SOC EL DIMONIIIIIIIII!!!!!!"



Dejó de gustarme.


Una vez pasó la navidad la profesora nos dijo que íbamos a hacer otra obra. La Venganza de Don Mendo, de Pedro Muñoz Seca. Es una bonita obra parodia medieval que si se escribiera ahora la protagonizaría Leslie Nielsen.
En aquella época yo tenía un enemigo. Bueno, en aquella época y en todas las épocas he tenido enemigos. Pero en aquella época mi enemigo era... El Chanquete. Le llamaban así... no sé por qué. Pero daba verdadero repelús. El Chanqui era un pelota. Y por eso consiguió el papel protagonista.
Recuerdo que estuve 3 meses quejándome a todo el mundo diciendo que ese papel debía ser para mí. Intenté ponerle la zancadilla en una escalera a lo Showgirls pero sólo conseguí matar a la directora.
Como ya era tarde para cambiar los papeles, decidí convertir a mi personaje, el Conde Nuño, en el verdadero protagonista de la obra.
Y lo conseguí.
La gente se volvía loca viéndome actuar. En los ensayos todos reían mis improvisaciones y NADIE pudo igualarlas (y fueron muchos los que lo intentaron). La profesora cada vez se daba más cuenta de lo equivocada que había estado al darle el papel de Don Mendo al Chanqui...

El éxito nos dejó con ganas de más. Queríamos hacer algo, queríamos llegar lejos. Me convertí en el ojito derecho de la profesora... Coño, ahora entiendo por qué en Religión siempre sacaba excelentes... ¡con lo agnóstico que soy yo!

Al año siguiente nos volvimos a juntar y decidimos qué obra hacer. Estuvimos a punto de hacer Cyrano de Bergerac... A mí me apetecía hacer algo realmente dramático, pero no me veía con nariz postiza (sí, yo estaba seguro de que sería Cyrano).
Y bueno, no fui Cyrano pero fui Emiliano. El cartero de Cuatro Corazones con Freno y Marcha Atrás. La obra trata sobre un grupo de personas que toman el elixir de la eterna juventud. Cinco protagonistas. Dos parejas. Uno en solitario. YO. La estrella.
Mi interpretación fue de aquellas que hacen historia. Seguramente habréis leído algo en los periódicos. Y si no... es por que no leéis periódicos.
Aunque al principio pasé algo de pánico escénico por que la gente no se reía en mi monólogo inicial, luego conseguí hacerles entrar en la obra con mi fantástica gracia y mi desparpajo (¿desparpajo? Qué asco de palabra).

Al final recibí una ovación para mí solo. Fui el último en salir a saludar. Dios, aún lloro sólo de recordarlo.

Al año siguiente la gente se centró en sus estudios y nadie se atrevía a hacer teatro. Yo ensayé algo con los alumnos de Tercero de ESO (brrrrr), iba a tener un gran gag cómico con una actriz consagrada (de la que sólo recuerdo que se llamaba Marta, era rubia, tenía los ojos verdes y si hubiera sido hetero me habría hecho pajas pensando en ella... de hecho creo que a ella yo le gustaba...) en un festejo benéfico que no llegó a realizarse.

La cancelación del acto hizo que me volcara en el alcohol y las drogas. Como una Norma Desmond cualquiera me paseaba por la ciudad subiendo escaleras y bajándolas mirando hacia arriba y ladeado como el que no quiere la cosa. Una vez me tropecé con la boa de plumas y caí rodando y luego acabé en la clínica de desintoxicación en la que conocí a Yoko Onno.

No.

En realidad se acabó el instituto y luego me ha dado pereza apuntarme a algún grupo amateur de estos llenos de neo-hippies que no saben hacer nada más que congratularse por lo mal que actúan. Pero como nadie se lo dice...

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