Este fin de semana no ha pasado nada.

Y punto.





Bueno, en realidad sí que ha pasado algo. Algo digno de ser leído en este blog. Algo digno de que toda la humanidad lo sepa y que todo el mundo me dé ánimos y me canten algo por la calle.

Pero no lo puedo contar. Porque no se puede saber.

Han herido mi orgullo. Y mi riñón, que me ha salido una piedra. Aunque eso no tiene nada que ver con lo que pasó este fin de semana (o sí, que el alcohol pasa factura...) pero lo digo porque es otra cosa importante.

El caso es que una persona (o dos, según se mire) me han hecho algo que no es nada del otro mundo, no es nada desconocido, pero es algo que jode. Y es que no jode lo que han hecho, sino lo que han hecho después de lo que han hecho.

Que uno va de diva y de guay por la vida pero en el fondo tenemos corazón.

Viene a ser un poco como lo del Marciano, pero no tan jeby...

El caso es que esto me ha servido para darme cuenta de 2 cosas:
1.- Que soy un buenazo y no me merezco estas cosas que me pasan.
2.- Que no te puedes fiar de nadie, y menos si hay alcohol de por medio (que entonces tienen excusa para decirte cosas).

Seguramente estaréis imaginando lo contrario a lo que es, pero es lo bueno que tiene este blog. Una vez alguien me dejó un mensaje diciendo que le encantaba la manera que tenía de contar las cosas sin decirlas. Pues nena, si eres capaz de explicarme lo que te acabo de contar te monto un chalet en Sarrià.

No os fiéis de nadie. ¡De nadie!

Esta chorrada fue publicada el martes, 22 de agosto de 2006 at 00:40. Puedes dejar un comentario. Pero no seas puta y fírmalo.