<body><script type="text/javascript"> function setAttributeOnload(object, attribute, val) { if(window.addEventListener) { window.addEventListener('load', function(){ object[attribute] = val; }, false); } else { window.attachEvent('onload', function(){ object[attribute] = val; }); } } </script> <div id="navbar-iframe-container"></div> <script type="text/javascript" src="https://apis.google.com/js/platform.js"></script> <script type="text/javascript"> gapi.load("gapi.iframes:gapi.iframes.style.bubble", function() { if (gapi.iframes && gapi.iframes.getContext) { gapi.iframes.getContext().openChild({ url: 'https://www.blogger.com/navbar.g?targetBlogID\x3d7433086\x26blogName\x3dHidroboy+Classic\x26publishMode\x3dPUBLISH_MODE_BLOGSPOT\x26navbarType\x3dBLACK\x26layoutType\x3dCLASSIC\x26searchRoot\x3dhttps://hidroboyclassic.blogspot.com/search\x26blogLocale\x3des_ES\x26v\x3d2\x26homepageUrl\x3dhttp://hidroboyclassic.blogspot.com/\x26vt\x3d731407589870964681', where: document.getElementById("navbar-iframe-container"), id: "navbar-iframe" }); } }); </script>

A ella le gusta la gasolina

¿Y mi kimono? ¡KIAAAAAAAA!

Es que ahora me ha dado por el karate. ¡DALE CERA NENAAAAAAAA!

El lunes hablé con Karate Kid y me dijo que quiere vivir en Barcelona porque es maravillosa... obviamente, le dije, estoy yo aquí.

El martes me levanté obscenamente temprano porque los jefes de la empresa nos íbamos de parranda para arrejuntarnos más y prepararnos para la maravillosa Campaña de Navidad.

Pastorcillos... pastorcillos...

Todos creíamos que íbamos a ir a un hotel maravilloso a que nos hicieran masajes y baños de barro y esas cosas... y sí, fuimos al hotel.

Estuvimos ahí todo el día encerrados haciendo cohesiones de grupos, lluvias de ideas, lluvias doradas, lluvias blancas... ¡Viva los lavabos públicos!
Comimos fideuá y celebramos mi boda con el que se sentó a mi lado en la cabecera de la mesa. Le dimos las gracias a todos por haber asistido y cuando nos pidieron los regalos los mandamos a la mierda.
Cuando terminamos la reunión nos dijeron que nos íbamos del hotel y nos entró la depre porque no sabíamos dónde coño nos iban a dar los masajes... ¡pero no hubo masajes!

Así que nos subimos a los coches y empezamos a perseguir a la que nos llevaba al lugar sorpresa en el que todos nuestros sueños y fantasías se harían realidad... inentamos averiguar qué extraño y maravilloso lugar era ese mientras conducíamos y nos comíamos todos los atascos habidos y por haber. Al pararnos en la puerta de una fábrica para preguntar a dónde íbamos y provocar un colapso de coches conducidos por obreros sudorosos que querían llegar a casa pronto para ver el resumen del partido del día anterior (y es que siempre hay un resumen del partido de fútbol del día anterior porque TODOS LOS PUTOS DÍAS HAY FÚTBOL EN ESTE PAÍS)... me he perdido... ah sí, que ahí en el atasco nos dimos cuenta de que tal vez... y sólo tal vez... el lugar de ensueño que nos iba a provocar la felicidad infinita no era tan fantástico.
Volvimos a los coches y volvimos a pasar por la misma carretera por la que ya habíamos pasado SIETE veces y ¡seguía llena de coches! Finalmente dimos una vuelta muy rara por debajo de un puento (cómo se nota que soy un perfecto conocedor de los términos automovilísticos) y alguien en el coche gritó: "¡YA SÉ A DÓNDE VAMOS!"
No nos quiso decir nada. Por lo visto vio un cártel que señalaba el lugar, ese lugar excelvilloso en el que nos har...

Bah! Da igual. Tanto misterio tanto misterio y delante nuestro apareció un cartel gigante:
"KARTING CATALUÑA"

No sabía si echarme a llorar, saltar del coche en marcha o matar al conductor para que apretara el acelerador a fondo y provocara un accidente que nos hiciera saltar por los aires, atravesar el cartel gigante y aterrizar sobre la Juani que, con suerte, estaba por ahí con el Jona conduciendo como una puta.

Pero resulta que hasta me hizo gracia la idea. Nos bajamos de los coches dando saltos, pero no de alegría: de frío. Nos hicieron firmar un papel en el que eximíamos a todos los del circuito de los posibles daños cerebrales que nos pudiera provocar un accidente o el HORRENDO hilo musical que había en el recinto: manda huevos que te vayas a montar al kart y esté sonando el "ME MUERO POR CONOCEEEEEEERTE"

Nos pusimos unos monos monísimos de la muerte y unas especies de cosas absurdas como de papel higiénico para no coger piojos de los cascos que parecíamos todos las extras sin frase de Sor Citroen en una simbiosis absurda con los espermatozoides del gigante de Twin Peaks.

Hicimos una carrera que yo ya no me acuerdo si fue el más rápido de los lentos o el más lento de los rápidos, pero me pusieron en el grupo de los tíos machotes que conducen como locos cuando me lo habría pasado infinitamente mejor en el grupo de tías que tienen miedo hasta de la bandera esa que sacan para decir "¡todas fueras de la pista, putas!" conduciendo como Fitipaldi para asustarlas y lanzarlas fuera de la pista.

Total que mi carrera fue como ponerse a jugar al Mario Kart con todos los putos japos que hacen trampas. Yo aún no había apretado el acelerador que ya estaban todos adelantándome ¡¡y eso que empecé en última posición!! En cada curva se pegaban entre ellos y uno o dos salían disparados echando chispas. Yo, como era el peor, pues iba poco a poco riéndome de todos (hasta me reí de mi jefe -sin saber que era él-) y dando trombos, que cada vez que apretaba el freno debía apretar también mi glándula suelta-aceite porque el kart se ponía a derrapar y dar vueltas y yo parecía Deborah Ombres con pastillas de jabón en los pies.
Total, que quedé el último.

A los que ganaron les dieron una botella de champán (si me lo hubieran dicho ME HABRÍA ESFORZADO) y como el que quedó tercero en la carrera de los malos sabe que soy alcohólico (de hecho lo sabe todo el mundo ya) me dejó parte de su botella. Y yo empecé a empinar el codo.
Nos pusimos a hacernos fotos y yo salí en todas con la botella en la mano. Si pasas todas las fotos así seguidas se ve cómo la botella disminuye y yo cada vez estoy más torcido.

Volvimos en un coche en el que no paré de gritar como una perra y de hablar en japonés (o chino, o cantonés o lo que fuera) para invocar a Karate Kid. Acabé explicándole a mi jefa lo incómodos que son los wateres de la RENFE para pervertir maños menores.

Mira, ¡maños menores! ¡Le hicieron fotos en maños menores!

Llegué a casa a las tantísimas y hecha polvo.

Al día siguiente me fui a cortar el pelo. En la peluquería no me reconocieron por la barba y por mi look "votante-del-PP" y casi me echan. Pero no. Me hice un corte de pelo mega fashion que hizo que todas las niñas (una) se me quedaran mirando embobadas.
Luego fui a comprarme ropa pero no me gustaba nada, así que me compré películas. Pasé por delante de una pareja en un parque que llevaba dos dálmatas y pensé: "¡Mira, sólo les faltan 99!"
Luego vi el cartel de una clínica veterinaria que se llamaba "La Maquinista Veterinaria" y me entró la risa porque me imaginé a una tía conduciendo el Trambaix mientras opera un Chow Chow y se carga a Bofill (el Gaudí de nuestros tiempos).

Y hoy me he tirado toda la tarde comprando. Las Visas han acabado pidiendo clemencia, los de las tiendas casi me meten en la lista de los clientes más vistos. Me he comprado ropa, pelis, libros, calzoncillos... y unos sujetapiés antiquísimos...

¡Y un amplificador! Que dirás ¿pa qué? ¡Pues para amplificarme! Es tan amplio, que no cabe en mi armario rojo del IKEA rollo taquilla de la RENFE.

Mmm... la RENFE... qué gratos recuerdos.

Ahora me he puesto a ver la quinta de Las Chicas Gilmore y le han cambiado la voz a Luke. Ahora habla como una persona y ya no tiene gracia.

Qué grande lo tengo.

Y amplio.

Ayer vi Volver. ¡Qué peliculón! Qué gracia lo de "Ahora no puedo contártelo pero cuando te lo cuente... lo vas a flipar".
« Home | Next »
| Next »
| Next »
| Next »
| Next »
| Next »
| Next »
| Next »
| Next »
| Next »

» Publicar un comentario